Caminaba otra vez por la misma ciudad, clavada entre cerros.
hay escaleras de cemento, muros de ladrillo, y veredas polvorientas.
Esta nublado, como las otras dos veces que lo he visitado.
Sobre la colina, hay un pequeño parque donde altos y viejos arboles custodian cuatro bancas, iluminadas por la luz amarillenta de tres faroles.
La primera vez que lo visite, recorrí el serpenteante caminado hasta la cumbre, mirando las casas con balcones vacíos, y en la lejanía, un gris que no muestra nada.
Esta vez me habías llamado. Sono mi celular y era tu voz. Curiosamente la pantalla se parte en dos y veo como marcas mi numero, siento el temblor de tu voz a través del auricular y veo tu emoción en el lado derecho de la escena.
Me pediste que nos viéramos? ya no lo recuerdo. Pero era la llamada que esperaba.
Antes te busque en mi casa en ese lugar. Esa casa llena de trastos colgantes, con la jaula de bronce abierta,la puerta al balcón abierta, y la luz nívea colándose a través de la puerta. Y el ave no estaba, y no debia esperar su retorno, recuerdo.
El caso es que bajaba desde la colina, por la calle sinuosa, y a la vuelta de un buzon, te encontre. Venias con una amiga, me miraste y te vi. Comence a temblar. Me apoye en la pared, emocionado, y te acercaste.
Recuerdo que nos fundimos en un abrazo, sin erotismo, como de dos almas que encuentran al fin un lugar donde descansar. Mas que viejos amantes eramos viejos amigos.
Fui a tu casa, y vivias incomoda con el. No recuerdo mas. Pero aun tengo la imagen incrustada en mi mente.
A ver si la noche me lleva nuevamente a ese pueblo clavado en la colina, con sus calles dejadas caer al azar sobre la tierra, sus balcones vacios, sus veredas de cemento cubiertas de polvo.
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