viernes, 9 de agosto de 2013

amistad omega


"Me siento triste", decían sus ojos..
la comisura de su boca se inclino y pronuncien un claro "dime algo".
La mire, y apretando los labios, inclinando levemente la cabeza y un "humm..", le dije, sin hablar: "quieres que te diga algo para sentirte bien... o quieres la verdad…".
Un pestañeo que dura mas de lo habitual se transforma en "Por que sabes bien que la verdad va doler, y que yo la prefiero a cualquier placebo que dura sólo  hasta que la realidad te muestre su cara otra vez".
Mira, le dije.
Puedes esperar por la luz del amanecer, que traerá el canto de las aves a tu ventana, y la luz que alivia la angustia, la confirmación que otro día comienza.
También puedes, por cierto, buscar una vela y hacerla tu sol, por una noche, que no será una noche.
Puedes hacer de esa vela tu amanecer y su crepitar el canto de aves que recuerdas vagamente, pero sabes bien, que esa luz se ha de apagar, y te ha de dejar antes del amanecer , cuando la noche aún es oscura y fría, y las criaturas como el miedo y la soledad acechan rastreeras a tu puerta.
Mas aún si juegas tú a ser la vela de alguien, por el placer de ser el foco de atención y no estar dispuesta a ser el sol de la mañana.
Pero claro, para cada roto hay un descosido.
Y claro, en la mecánica del compromiso efímero, todos tienen sus dedos negros de la cera sucia que ha corrido por sus manos.
Después de la ultima frase, por supuesto dos cejas en alto me dicen "Detente, que me estas ofendiendoo gratuitamente".

Me contengo algunos segundos.
Le miro, y le digo con una mirada de acero:"Yo soy solo el ménsajero, lo que eres y lo que serás lo has construido y lo estas diseñando tú ahora mismo".
Le digo, esta vez con palabras, que no le he querido ofender.
Pero para mis adentros, me reservo esa bofetada en el rostro del que es ciego por solamente no querer abrir sus ojos.

Le miro, y el cristal de mi mirada no deja entrever mi pena.
Y claro, la siento.
Por que por supuesto, que para brindarle mi amistad le considero una persona de gran valía.
Por que para mi es superior a tantos.
Y por un momento se vuelve un ser oscuro, sin brillo, sin la alegría de vivir, sólo un pequeño animalillo del bosque que solo actúa por instintos.
Y la pregunta, que a esta altura del texto ha anidado su cabeza (lector):
Quién me ha concedido acaso el poder de juzgar? Quién me da la potestad de poner valor a los actos de los demás?
Mi sola humanidad.
Porque todos juzgamos, por que todos vemos y le ponemos valor a esos actos, los consideramos heroicos o buenos, o rastreros, o malvados.
Porque todos rehuyen de la misión de decirle al que cojea que viene los baches en el camino, acaso que no les gusta poner en evidencia que el prójimo renguea.

A veces el cariño lo confundimos con la indulgencia.
A veces la amistad la confundimos con hacer vista gorda.
Pero mi amistad es esta: una bofetada por cada estupidez, una patada por cada error no forzado en la vida, y casi siempre, casi siempre, el silencio por repetir alguna de esas cosas mas de tres veces, cuando el faro que encontraste en mi ya te había avisado de las rocas.



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