Desde los albores de la humanidad, al mirar a los cielos, al sol, la luna, el rayo o las estaciones, el hombre sintió una presencia superior.
Conformamos grupos, crecimos y luego les pusimos nombres a las cosas. Creamos temores mayores y cosas a que aferrarnos.
Creamos y creímos en los dioses, y un día, al final de nuestros días, en ese ultimo aliento, nos dimos cuenta que siempre estuvimos solos.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
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